António Leopoldo de Almeida (Lisboa, 18 de octubre de 1898 – 28 de abril de 1975), se matriculó en la Escuela Superior de Bellas Artes con solo 15 años, en 1913, después de mostrar talento para el diseño y para el modelado en barro. En 1916 comienza el Curso Especial de Escultura en el que fue discípulo del pintor Luciano Freire y del escultor Simões de Almeida, con quien aprehendió los virtuosismos de la técnica del modelado y se convirtió en compañero de toda una generación de artistas que marcaron el Modernismo nacional.
Su formación y aprendizaje se estructuraron con base en un Clasicismo de raíces académicas y por un gusto muy apurado por los cánones griegos. A lo largo de más de medio siglo de intensa actividad se convirtió en una de las figuras más notables de la escultura portuguesa del siglo XX y, particularmente, en una de las mejores expresiones de la escultura oficial modernizante implementada por el Estado Novo, contribuyendo con una amplia obra constituida por retratos, bustos, bajorrelieves, estatuas y monumentos de figuras de la historia y de la cultura nacional, siendo galardonado con el Premio Soares dos Reis en 1940.
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